Exposición de Akio Maruyama en la EMOZ hasta el 31 de mayo
El artesano japonés Akio Maruyama, uno de los mayores referentes actuales en el arte del washi-ningyō muñecas elaboradas íntegramente en papel japonés— presenta una exposición única que invita al público a descubrir una tradición con más de cuatro siglos de historia. La Escuela Museo de Origami de Zaragoza, con el apoyo del Ayuntamiento de Zaragoza, acoge una exposición de algunas de estas figuras entre el 13 de diciembre y el 31 de mayo.
Sus obras, expuestas en Japón, España, México, Francia o Italia, llegan ahora con un objetivo claro: preservar y transmitir un arte frágil y extraordinariamente delicado que hoy practican muy pocos artesanos en el mundo. Desde 2012 se dedica profesionalmente a la investigación, producción y enseñanza de esta disciplina, que combina técnica, memoria y sensibilidad estética. Su trabajo se ha convertido en una misión personal: evitar que el washi-ningyō desaparezca con la última generación de artistas capaces de realizarlo.
Las muñecas washi-ningyō son figuras humanas creadas exclusivamente con papel washi, un material tradicional japonés declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO por su resistencia, longevidad y singular textura. Estas figuras recrean escenas de la vida cotidiana del Japón del periodo Edo, desde geishas y samuráis hasta músicos, mujeres realizando tareas domésticas o personajes del teatro clásico. A diferencia del origami, el washi-ningyō combina plegado, modelado, corte y pegado, lo que permite dar volumen y movimiento a cada pieza. La ausencia de rasgos faciales es una característica distintiva: la expresión reside en la postura y en los pliegues del vestuario, invitando a cada espectador a interpretar la escena desde su propia sensibilidad.
El origen de estas muñecas se remonta a antiguas prácticas espirituales del periodo Heian (794–1185), cuando figuras de papel llamadas hitogata se utilizaban en rituales de purificación para absorber la mala suerte y después ser arrojadas al río. Con el florecimiento del papel estampado Chiyogami durante el periodo Edo (1603–1868), el arte evolucionó hacia un uso decorativo y narrativo, convirtiéndose en un documento visual de la moda, el rol social y las costumbres de la época.
La exposición reúne piezas de diferentes estilos, desde las sencillas Shiori Ningyō, utilizadas como marcapáginas ornamentales, hasta las complejas Anesama Ningyō, verdaderas esculturas tridimensionales de papel. Cada obra refleja un profundo conocimiento de la estética japonesa, mostrando peinados tradicionales, patrones simbólicos, la estructura exacta de los kimonos y escenas que retratan la vida social del pasado. Contemplar estas figuras es realizar un viaje silencioso al interior de una habitación japonesa, donde cada gesto y cada pliegue del papel se convierten en una narración visual suspendida entre la delicadeza y la eternidad.




