Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Mi cuerpo será camino
Mi cuerpo será camino se adentra en el viaje migratorio, el ansiado, el inesperado o el impuesto. Es una historia sobre el desarraigo y la distancia. Una propuesta que habla de muchos cuerpos y sus diversos caminos, los de una familia, los que pudieron ser de cualquiera. Marcada por el dolor de la nostalgia, la obra nos muestra que tan difícil es quedarse como marcharse, regresar como buscar otros rumbos. Es la historia de todo un país que está en su tierra y en cualquier persona que la extraña desde lejos.
La obra ahonda en los lazos de una familia originaria del Campo de Cartagena en sus devenires migrantes: desde el tío que se marcha a Buenos Aires finalizando el siglo XIX a la joven que acude a trabajar a Madrid en los años veinte, los hermanos que deben labrarse un futuro entre Francia, Alemania o Cataluña en los años sesenta o Laura, joven que emigra a Alemania ya en el siglo XXI, entre la pluralidad de voces que pueblan la escena. El sentimiento por la tierra se vive tanto dentro como fuera, en una obra cargada de fantasmas del pasado, encuentros generacionales imposibles y lazos familiares tan profundos como dolorosos, de añoranza y extrañeza. Se recupera parte de la historia de todo el país, desde la copla y personajes populares como Concha Piquer, que inspira la visión de Juana de León en el texto, a las historias más personales que pintan otros pasajes. Porque el “Vente pa´ Alemania, Pepe” es una frase popular que recorre muchos de nuestros árboles genealógicos.
Mediterráneo de Joan Manuel Serrat sonará al principio y final de la obra, pero entre una y otra, las vidas de los personajes de Mi cuerpo será camino nos ayudarán (a nosotros y a los espectadores) a descubrirnos y reconocernos en el otro. Conocernos para sensibilizarnos y recordar nuestra historia con el fin de empatizar con la de otros caminos migrantes, recorrer los cuerpos de unos personajes que son trasunto de nuestra historia y descubrir, en definitiva, que más allá de nuestra tierra sigue existiendo un hermanamiento y una nostalgia.