Con esta exposición, el artista, Hiroomi Ito, se propone abrirnos el «apetito». Cocinero-pintor, o pintor-cocinero, plasma el sabor de lo que cocina y condimenta los alimentos que pinta. Aparentemente, nos invita a saborear todo un repertorio de platos típicos japoneses. Aparentemente… Pronto se vislumbra que, tras la comida, se despliega un mensaje turbador. Su emplatado en motivos florales tradicionales, recorre el cuerpo del artista a modo de coloridos tatuajes. ¿Sushi? ¿Yakuza?… son meras piezas de una sencilla iconografía que pretende provocar un diálogo entre tradición y contemporaneidad, despersonalización y conexión con lo natural.